sábado, 5 de noviembre de 2011

Calor.

Llovía con intensidad,los arboles azotados por el cruel viento se rendían ante su violencia dejando que se llevara las marchitas hojas,desnudándose y mostrando su sumisión ante el poderoso elemento.
Diosadulcine,en su forma felina,se encontraba tumbada en la entrada de una cueva observando el aparentemente desolador paisaje,para la druida aquello era un cambio necesario,para dejar paso a la siguiente estación todo tenía que sufrir cambios,soportar el mal tiempo,el frío y la soledad para admirar después el retorno a la voluptuosidad de la frondosidad y el verdor.

-Cambiar es sufrir-pensó

Su blanco pelaje ondeaba bajo la caricia de alguna racha de viento que,traviesa,intentaba colarse en aquel reducto tranquilo en la falda de la montaña,olfateaba y miles de sutiles aromas inundaban su fina pituitaria,el olor del mar embravecido,el calor de un hogar en alguna casa,el inconfundible olor de la tierra mojada...
Disfrutaba imaginando de donde provenía cada uno de ellos,pero inesperadamente la soledad le atenazo la garganta,como si una invisible soga apretara sin piedad su gaznate con intención de asfixiarla.
Una furtiva lágrima resbalo y cayó sobre su pata delantera izquierda,se fijo en ella,se negaba a perderse entre el pelo y no la sentía

-Ya no siento ni mi propio llanto...-murmuro

-No puedes sentirlo porque no dejaré que sea así-dijo una familiar voz

Levantó la vista y a su lado una figura encapuchada aguardaba inmóvil cerca de ella.Era una mujer,por las curvas de su cuerpo,su toga era gruesa,de un azul oscuro que se asemejaba al cielo nocturno de una despejada noche de verano,en las mangas,el cuello y el borde de la capucha una tira de un blanco tan resplandeciente que la negra tormenta conseguía apagar,en sus pies unas botas la aislaban del agua que lloraba el cielo,retiro el guante de su mano derecha y tomo la lágrima dejándola escapar entre sus dedos.

La felina druida escudriñó la oscuridad de la capucha y contempló unos expresivos y castaños ojos,una nariz muy familiar y unos carnosos labios sonrosados que sonreían de una manera conocida...

-Even,¿que haces aquí?,hace frío y podrías enfermar,ve a casa y calientate junto al fuego-sentenció mientras acomodaba su rostro sobre sus patas delanteras.

-Sabes que no voy a irme sin ti-contestó la maga con serenidad-Además,la soledad se muere cuando el calor de la amistad arde,y no he venido sola...

Extendió el brazo como ofreciendo volver a mirar el paisaje y de entre los arboles comenzaron a emerger distintas figuras que se acercaban lentamente,todas encapuchadas con togas de abrigo idénticas a la que portaba Evenstatson.

Fueron descubriendo sus rostros:Sejmët,Musazul,Ídem,Cartagenera,Nofertari y Lûst.

-No venimos mas que ha acerte compañía,el fuego de la amistad,el cariño y el ser una sola calentara tus huesos y reconfortara tu corazón-Dijo Nofertari muy segura.

Lûst coloco un poco de madera en el suelo,adentrandose unos pasos en la caverna

-Even...-susurró-cuando gustes...

La maga alzo la mano y chasqueo sus dedos,al instante una llama brotó en la palma, se acerco lentamente a la leña y al prender un reconfortante calor invadió la estancia,el reflejo de su luz en las paredes hizo que el antes oscuro y lúgubre lugar tomara el aspecto de un cálido salón.

Se sentaron alrededor del fuego en silencio,Diosa alzó los ojos al cielo:

Las negras nubes se disipaban y millares de diminutas estrellas adornaban la negra bóveda celeste,el viento cesaba y la lluvia lentamente remitía.
Muchos amigos no estaban físicamente en aquel improvisado y acogedor rincón pero los druidas no olvidan a quienes quieren....