miércoles, 5 de diciembre de 2012

La noche de ¿Dalaran?

El sonido de mis pasos retumbaba por las calles de Dalaran,los gastados adoquines revelaban el pasar del tiempo,ineludible,implacable no se detiene ante nada ni ante nadie.Ni tan siquiera los poderosos magos del KirinTor podían alterar su transcurso mas que un breve lapso.
 La luz de una grandiosa luna llena bañaba los edificios,las fuentes guardaban silencio,y las ruidosas ardillas que jugueteaban alrededor dormían acurrucadas unas con otras.Las tiendas vacías y oscuras guardaban con celo entre las sombras poderosos objetos,armas y armaduras imbuidas de sabiduría arcana y ancestral...excepto una. En un rincón de uno de los jardines una puerta entreabierta dejaba salir un tenue fulgor azulado,misterioso e intrigante.

 Me dirigí hacia el lentamente e intente escudriñar de donde provenía,una voz suave me invito a entrar mientras la puerta se abría rechinando tétricamente. Sobre el mostrador de cristal un pequeño dragón verde esmeralda que desprendía una luz hechizante y dulce flotaba mientras serpenteaba mirándome fijamente. Era alargado,sus escamas parecían pulidas por el más refinado y experimentado de los joyeros de Azeroth,sus patas eran cortas pero poseían afiladas garras,su cabeza dotada de una, para mi, extraña forma estaba graciosamente adornada con unas largas cejas y unos pintorescos y suaves bigotes de color oro.
 Alzé lentamente la mano derecha para acariciar al dragonante pero al instante se esfumó ante mi haciendo que la habitación se sumiera en el negro más oscuro.

Hize brotar en mi mano una pequeña esfera ígnea para aportar algo de luz a la estancia,al escudriñar mi entorno comprobé con asombro que no me encontraba en la tienda de Dalaran.

 No había puertas ni ventanas sólo unas etéreas paredes y suelos donde unas masas grisáceas similares a jirones de nube se movían veloces,me pregunté dónde estaba y porque entonces ante mi se apareció Lady Jaina Valiente. Ataviada con una sencilla túnica blanca con ribetes dorados en las mangas como único adorno y portando un bastón coronado con una brillante gema azul,su semblante se mostraba algo sombrío y triste.

 Tendió su mano hacia mi y poniendo la palma hacia arriba observé con claridad un etéreo y flotante anagrama: el escudo de Ventormenta,acto seguido contemplé un peón de color blanco sobre un tablero de ajedrez rodeado de piezas negras que lo engullían haciéndolo desaparecer.
 Cerró con suavidad la mano haciendo que se desvaneciera la visión,tras ello golpeó el suelo con el bastón y brilló una cegadora luz que me obligó a cubrirme el rostro.


Me incorporé jadeante,buscando a Lady Jaina para interrogarla,Diosadulcine dormía plácidamente a mi lado bajo la estrellada bóveda nocturna. Había sido un sueño...o quizá algo más.