viernes, 22 de marzo de 2013

El Encargo.1 Parte.

Sejmët entró en aquella  habitación en penumbra.
Polvorientas estanterías y pilas de libros la esperaban a la luz de las velas.
En el centro una vieja mesa de madera soportaba el peso del candelabro más grande,una jarra de barro repleta de agua fresca y un vaso del mismo material.

-Espero que este cómoda señorita,si necesita algo estaré atendiendo en la barra de la posada-.Dijo aquel joven de mirada extraña y melena alborotada antes de cerrar la rechinante puerta tras de sí.

Tras un suspiro profundo,la chamán se dispuso a cumplir con la tarea encomendada por Even.

Comenzó a buscar en la estantería de la esquina derecha,era estrecha y contenía muchos libros de pequeño tamaño apretujados,al sacar el primero un quejido en forma de crujido fue emitido por la estructura mientras los diminutos guardianes del conocimiento se estiraban dejandose caer sobre la leja en la que se encontraban.

Repasó con la vista y la yema de los dedos,a modo de caricia,los lomos de los habitantes de la parte más alta y tubo que recurrir a la escalerilla auxiliar de tres peldaños para despertar de su letargo a algunos títulos interesantes:

La Isla Errante,leyendas.
Cuentos para niños:La Gran Tortuga.
La Gran Niebla.
Pandaren,Fábulas.

Poco a poco fue repasando todas y cada una de las estanterías y seleccionando títulos que depositaba sobre la mesa.

-¡Ufff!¡Esto me va a llevar más tiempo del que imaginaba!-Dijo exasperada mientras observaba los montones de libros que debía repasar.
Se sirvió agua que tomó de un trago y comenzó su lectura.

Las gastadas hojas cuidadosamente encuadernadas encerraban infinidad de conocimientos, que pacientes, esperaban ser devorados por la ávida curiosidad de algún lector.
El aroma que desprendían era embriagador,el áspero tacto de los pergaminos enrollados,la danzante llama de la vela...así pasó quien sabe cuantas horas.
La vela se agotaba y la jarra estaba vacía.

Salió de la habitación,y serpenteando entre enormes toneles de vino apilados encontró la escalera,ascendió por ella y saludó educadamente al cocinero que atareado preparaba las viandas para los huéspedes y clientes.
Se asomó tímidamente apoyando sus manos y su barbilla en la jamba de la puerta,en la barra, el joven servía vino,pan y queso a un viajero mientras la camarera atendía a una mesa.

El cocinero la sacó de su ensimismamiento preguntándole

-Chamán,¿quieres algo?,no me gustan los curiosos en mi cocina,¡estorban!

-Tranquilo,no es necesario ser grosero.Solo quiero un poco de agua y unas velas.

La Draenei se giró para descender la escalera y volver a la habitación donde investigaba.

El cocinero no dejaba de refunfuñar entre dientes mientras llenaba la jarra y cogía un puñado de velas.
Recordó la figura de la fémina y se relamió con lujuria mientras su gesto se volvió sonriente y malévolo.

Se dirigió al fuego y simulando remover la sopa de la marmita deslizó su grasienta y rechoncha mano hacia una de las tablas del suelo,justo en la esquina de la pared.
Al apretar en la esquina superior derecha la tabla cedió, dejando a la vista un pequeño recoveco que guardaba un saquito de cuero marrón y un tubo transparente con fino polvo blanquecino en su interior.

Tomo el frasquito,se acercó a la jarra de agua que había preparado y vertió su contenido.
Sus pequeños ojos brillaron intensamente mientras entre sus labios finos asomaba una hilera de sucios dientes.

-Esa draenei será mía-pensó-sólo tendré que esperar a que todo el mundo se vaya.

Bajó la escalera con la bandeja y sorteando los barriles tocó la puerta con insistencia,debía tener paciencia,pero estaba ansioso por saborear aquella piel aunque ella se negara.

-Adelante-concedió la voz de Sejmët desde el otro lado.

Sólo obtuvo silencio como respuesta.
Intrigada,abrió y observó una extraña escena.

El rollizo hombre temblaba,gotas de brillante sudor salpicaban su redondeado rostro y el miedo le atenazaba la garganta.

-¿Que ocurre?¿Estas...estas bien?-interrogó ella.

Un destello plateado captó la atención de la chamán,justo a la altura de la garganta del cocinero,una flecha,amenazaba con hundirse sin piedad.

-Na...nada,señorita-dijo tragando saliva con dificultad-Le traje las velas,pero esta agua no esta fresca,traeré...traeré otra jarra.

Y de un salto salió corriendo y  se esfumó de allí como alma que lleva un abisario.

Justo ante ella se hallaba ahora su cazador elfo,recostado sobre un barril con gesto triunfante y una afilada saeta en sus manos.
Recorrió con la vista cada recodo del cuerpo de Sej y cada arruga de su toga.

-Ese rufián pretendía drogarte para aprovecharse de ti más tarde,y lo siento,pero de las delicias de tu cuerpo solo disfruto sin consentimiento yo. 

Levantándose despacio se acercó a ella y robó un apasionado beso de los rojos labios de la mujer.

-Vaya,vaya mi caballero de brillante armadura ha venido a rescatarme-dijo con ironía mientras sonreía.

-Así es,y aprovechando que estoy aquí...te veo muy atareada-comentó mientras se asomaba a la habitación-¿Necesitas ayuda?

-Ay,no me lo recuerdes,un encargo de Even,ya sabes como es para estas cosas.Agradecería mucho tu ayuda.

El maestro de las bestias silbó y de entre las sombras apareció un lobo,su pelaje era abundante y de un color extraño.

-Quédate aquí,y si vuelve ese gordito y hace trampas ya sabes que hacer-le ordenó guiñandole un ojo.

El animal adoptó la postura de una estatua mientras la puerta se cerraba.

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