sábado, 31 de octubre de 2009

Atenea

Caminaba por la ciudad de Shattrath,situada en el extremo noroccidental del Bosque de Terokkar en el exótico Terrallende, descendí a la parte inferior de la ciudad, llamada El Bajo Arrabal. Orcos, humanos, trolls, gnomos...todo tipo de razas convivian olvidando los enfrentamientos, no sin dirigirse miradas de desconfianza.

Compré los materiales necesarios y me dirigí de nuevo a la parte superior,necesitaba encontrarme con el instructor de encantamiento. La gran ciudad está dividida en dos poderosas facciones, eternas rivales: Los Aldor y Los Arúspices. Me acerqué hasta el elevador que asciende hasta la sede Arúspice y entré en el gran edificio central.
Imbuí una toga recién cosida con algo de armadura extra para adquirir la experiencia necesaria para asimilar nuevos encantos, los cuales recibí del sabio instructor.

Al salir, se acercó a mi una Druida, Eöwen, y me propuso unirme a un grupo que se proponía desafiar al temido Grull. Acepté el reto y me uní a la comitiva. Entre ellos se encontraba una gnoma llamada Atenea, gran nombre de guerrera para una pequeña criaturita de asombrosas dotes para la brujería que adornaba su redondeado rostro con dos simpáticas coletas. En voz baja me dijo que estuviera tranquila, que si tenía alguna duda no temiera preguntarle, pues para vencer a este gran monstruo existían ciertos trucos que gustosamente me confiaría.

Y así fue. Tras unos consejos suyos y una dura batalla,el temido enemigo se desplomó pesadamente en el suelo de su oscuro cubil excavado en la roca. Un valioso botín fue repartido entre los gallardos combatientes y nos retiramos del polvoriento lugar.


Aquella Gnoma se convirtió en una de mis confidentes,y en numerosas ocasiones saludábamos la llegada de la madrugada compartiendo los relatos de las penurias pasadas y de la dureza de la vida en Azeroth. Para nadie es sencillo sobrevivir y no sucumbir al mal que ronda en cada esquina y rincón,así apoyándonos mutuamente compartíamos la pesada carga de esta, a veces solitaria,existencia.

A través de ella conocí a un Humano Paladín, Arthram, el cual se convirtió en mi defensor de la luz particular,pero eso es otra historia....

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