jueves, 15 de octubre de 2009

Mckallister y Luminis Cruor

Conjuro unos Strudels de maná para calmar el hambre y la sed que me tientan a abandonar este necesario retiro.
Aquella tarde buscaba a un magnatauro que tenía que eliminar por encargo de un poderoso mecenas de los congelados parajes de Cementerio de Dragones. Después de recorrer varias veces el lugar donde solía encontrarse, mi búsqueda concluye y le encuentro enfrentándose a un sacerdote enano, ayudándole unimos nuestras fuerzas y salimos victoriosos, preparo de mi mágica comida y se la entrego para que se recupere de sus heridas.
-Volverá-me asegura mientras degusta una de mis tartas de maná-esperaremos a que lo haga y te devolveré la ayuda que me has concedido.
Así fue, el monstruo regresó clamando venganza y de nuevo fue vencido.
-Mi agradecimiento amable sacerdote-murmuré con una sonrisa
Se inclino ante mí y se alejó en su montura perdiéndose en la ventisca.
Me dispuse a cortar la cabeza del gran enemigo yaciente en la fría nieve y marché al encuentro de quien me encomendó la tarea, allí nos reunimos de nuevo, esta vez nos dirigimos juntos a realizar la siguiente misión y así llevamos a cabo varios encargos, los cuales a mi sola me hubieran costado numerosas heridas. Durante este tiempo hablamos mucho, gran conversador, los Enanos tienen un sentido innato para hacer agradable el trago de la más amarga cerveza. Tras completar dichos encargos, se retiró a descansar.
A menudo concertábamos encuentros en alguna taberna para compartir relatos junto a una sabrosa bebida. Tiempo más tarde me llegó un mensaje suyo:
“Even, me dispongo junto a mis compañeros de hermandad a aventurarnos en el peligroso Naxxramas, ¿te apetece venir a superar numerosos retos y peligros a nuestro lado?. Mckallister”.
Acepté de buen grado la propuesta, al reunirme con ellos me superó mi timidez y apenas pronunciaba palabra, pero pronto cambio la situación, ocho valientes combatientes me recibían como una más.
Nekh,un guerrero Elfo de la Noche, Wallstun una elfa cazadora, Drudenai draenei maga, Gunsche gnomo brujo, Aiora mago humano, Udos elfo guerrero, Electra maga humana, Evadne elfa druida, Mckallister y yo, un grupo de diez valientes que se adentraban en una mazmorra totalmente desconocida para mí, no sentía temor de morir o recibir graves heridas, temía no cumplir las expectativas esperadas de una maga de mi nivel.
Tras los primeros combates, los tres expertos magos, Drudenai, Electra y Aiora se ofrecieron amablemente a resolver todas mis dudas, comenté con ellos algunas preguntas y me dieron junto a Ellion, otro sabio mago perteneciente a esta hermandad, unas sencillas directrices con las cuales logré aumentar en gran medida mis poderes.
Con ellos, los miembros de Luminis Cruor, aprendí algunas cosas que los instructores no pueden enseñar, y me enfrente a grandes peligros junto a ellos. Me ofrecieron en varias ocasiones unirme a su clan, pero Nobleza es mi hogar y nunca abandonaré a mis queridos hermanos, lo comprendieron y como muestra de aprecio me regalaron un poderoso anillo que aún hoy llevo conmigo, el Anillo de choque de Hechizo.
Poco a poco fui conociendo a gran parte de los miembros de esta institución, Nrg elfo cazador, Donflamingo chaman draenei, Sandia elfa druida, Timbi enano paladín, Amarië druida elfa…desarrollando hacia ellos un profundo cariño.
Comienzo a reír mientras canturreo una cancioncilla
-Pin pan pun bocadillo de atún, Pin pan pon bocadillo jamón.
Improvisada por Wallstun y extendida por mí, para “tortura” de los miembros de la expedición a través de los laberinticos pasillos del peligroso Naxxramas.
Mckallister ahora no está, espero su vuelta y ahora también la mía.
Como si le tuviera ante mí, alzo la vista y murmuro:
-Enano, me debes una cerveza y un tatuaje, esta maga no olvida….

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